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“Muchos de sus alumnos se han dedicado
profesionalmente a la Física por su influencia”
“Jimena convirtió su casa en Fundación
Menéndez Pidal en el 20 aniversario de la muerte de su marido”
“La llegada de Miguel a la casa Menéndez
Pidal alegró mucho el ambiente”
“La Comunidad de Madrid creó en 2005 el
Premio Miguel Catalán como reconocimiento a una labor
investigadora”
“Nunca nadie ha hablado mal de Miguel Catalán”
“Su última media hora de vida estuvo
hablando con Jimena”
“Miguel es la demostración de que en la
enseñanza lo que vale es el profesor, no la instalación” - ¿Cuál fue su primer contacto con Miguel Catalán?
El primer recuerdo que tengo de Miguel Catalán fue el que
mi madre me contó hace tiempo. El señor Catalán
había sido su profesor de Física en el Instituto
Escuela, exactamente de la promoción 11 del Instituto Escuela.
Esas clases no sólo las impartía en el aula y dentro
del laboratorio, también le gustaba mucho hacer prácticas,
experimentos y ejercicios en el campo y en la calle. Una vez me contó
que les bajó al campo a ver el coche que se había
comprado. Al mismo tiempo bajó una pizarra y un par de tizas y
les dio unas explicaciones sobre el funcionamiento del motor delante
del coche con el capó abierto. El señor Catalán
encendía y apagaba el motor y les iba explicando que por
cierto sitio pasaba la gasolina, donde estaba el aceite, los émbolos
que subían y bajaban. Y para ello utilizaba su coche que se
llamaba autoplano. Anteriormente tuvo un Chevrolet antiguo, de forma
cuadrada. Este coche se llamaba autoplano porque era aerodinámico
para aprovechar el viento y que no hiciera resistencia. Éste
fue de los primeros modelos donde ya pensaban en el aire. Antes eran
como carrozas, cuadradas, que en lugar de caballos tenían
motor. Ahora se empezaba a pensar en la resistencia del aire. Oí
hablar del señor Catalán con enorme admiración,
como un profesor que daba unas clases muy amenas, y haciendo que los
alumnos vieran de lo que se hablaba. Mi madre se llamaba Pilar
Moreno, y a la clase iban hijos o hijas de personas más o
menos intelectuales. Josefina Calandre fue hija del médico y
vicepresidente de la Cruz Roja, Luis Calandre, Carmen Zulueta, Gloria
Santoro fue hija del director del Instituto Geodésico y
Catastral, ahora llamado Instituto Geográfico y Catastral.
- Entonces, ¿no le dio a usted clase?
No llegué a ser su alumno pero sí que
le veía en el colegio, y con envidia, porque les daba clase a
los alumnos de Quinto, Sexto y Preu. Yo era más pequeño.
Tenía envidia de que les sacara del aula cada dos por tres y
se fueran a la calle a hacer la práctica del eco frente a un
muro. Esta práctica se basaba en llegar a oír los pasos
dobles a partir de cierta distancia, que es justo cuando empezaba a
producirse el eco. Fue un hombre con un espíritu abierto,
extrovertido y cordial, tanto que el profesor Catalán lograba
que el guardia de la esquina dejara de permanecer allí y que
de ‘motu propio’ y sin que fuera su tarea, de forma voluntaria
paraba la circulación y apartaba a los viandantes para que no
estorbaran en sus experimentos. Es decir, Catalán conseguía
que colaborara casi cualquier persona. Incluso gente que pasaba,
ayudaba a sujetar unas cosas u otras. Cuando quería hacer
alguna medición y necesitaba más manos, usaba de forma
improvisada a personas que pasaban por allí. Sobre todo a las
personas que se quedaban mirando sin hacer nada, así les hacía
participar. Lo recuerdo de una forma muy divertida. Algo que me
sorprendía de sus clases es la medición de la altura de
una torre. Lo hacía con sus clases mediante la medición
de la presión atmosférica que había arriba y la
que había a ras de la calle. Es algo que en aquella época
nos parecía imposible. Todos los niños mirando la
presión arriba y abajo, subiendo y bajando por la torre,
emocionados. Fue un cambiazo muy grande al lado de una clase muy
aburrida. Ver que es verdad mediante la práctica es la
diferencia. Hacía una asignatura como la Física muy
amena. Todos sabemos que cuando daba clase de Física a un
grupo de alumnos muchos de ellos, al cabo de los años, elegían
la carrera de Física por la influencia o el atractivo que
había logrado esta asignatura impartida por Catalán. En
lugar de ser “Física y Química, suspenso en junio,
pesadilla”, se convirtió al contrario, en la asignatura más
divertida del colegio, la que estudiaban más los alumnos, la
que se tomaban con mayor interés. Y luego, podía poner
mejores notas porque la había convertido en algo diferente y
amena. Lo malo es que cuando nos iba a dar clase en 1957 murió
de manera repentina.
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