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Javier Sainz PDF Print E-mail
Written by Administrador   
Wednesday, 18 October 2006
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Javier Sainz
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  • ¿Qué recuerdos directos tiene de él?
  • La excursión a Peñalara. Estábamos en una ladera y el agua estaba helada. Miguel, a pesar de esto, se bañó. La cruzó a toda velocidad. Era muy buen nadador. En el coche conocía muy bien el motor pero según todos los testimonios que conozco conducía regular, muy despacio, probablemente porque estaba pensando en los ruidos del motor. Pero como nadador fue muy bueno. Nunca llevaba abrigo ni sombrero. Él mismo decía que era sinabriguista y sinsombrerista. Y casi nunca camiseta, siempre camisa. También le gustaba mucho dormir en tienda de campaña. Cuando hacía un viaje, su familia –Jimena y sus padres– se hospedaban en un hotel o una casa, y él prefería irse a una tienda de campaña en el campo u en otro sitio habilitado. Disfrutaba más de la tienda que del hotel. Era una persona muy deportista, de ahí que su rápida enfermedad sorprendiese a todos, porque era una persona dinámica y fuerte. Pero así es la vida. Hablando de excursiones, siempre nos llevaba una vez al año a Vallecas. Quería que conociéramos este barrio, que entonces estaba muy alejado de Madrid. Era un barrio muy pobre y muy obrero. Y visitábamos alguna fábrica, recuerdo un año la visita a una fábrica de gaseosa. Sin embargo, sus excursiones tenía una doble finalidad. Primero, ver una fábrica de producción en serie, las botellas por los carriles…, era muy fascinante ver una fábrica en funcionamiento. Segundo, quería que conociéramos los barrios periféricos de Madrid. Además, íbamos en Metro o en tranvía. Procuraba que no fuera una visita más real, no en autobús. Pretendía que conociéramos el barrio. Por tanto, tenía unas preocupaciones sociales. A partir de su muerte, tuvimos una profesora de Física que se llamaba Carmen Villalobos. Fue alumna directa suya y había trabajado con él en el laboratorio. Su padre había sido ministro de Educación en la República. Lo pasó mal en la guerra, incluso tuvo que estar un año después de la guerra en el campo por los nervios. Y tras ese tiempo, cuando volvió a Madrid, se encontró a Miguel Catalán realizando experimentos al frente de un laboratorio y se incorporó a su equipo. En su equipo siempre había muchos hombres y muchas mujeres, en ese sentido también fue un hombre abierto. No era de los que pensaban que la ciencia era para los hombres. Siempre tuvo ese cincuenta por ciento de hombres y mujeres en su laboratorio. Pues bien, cuando la señorita Villalobos terminaba una lección y faltaba un cuarto de hora para terminar la clase, para que no empezara con el siguiente tema le preguntábamos por Miguel Catalán. Y nos hablaba de él con enorme admiración, respeto, muy afectada, y con mucho cariño. Sus colaboradores del laboratorio también guardan de él un especialísimo recuerdo, por la impronta de su personalidad.

  • ¿Murió en 1957, justo cuando iba a ser profesor suyo?
  • Efectivamente. Él murió el 11 de noviembre del curso 1957-1958, y yo hubiera sido alumno suyo durante 1958-1959, al año siguiente. La casa de Chamartín, de la Cuesta del Zarzal, donde vivían Miguel Catalán y su esposa, y Ramón Menéndez Pidal, pasó a ser Fundación Menéndez Pidal por voluntad de Jimena precisamente el 11 de noviembre de hace 20 años. Es decir, Jimena convirtió la casa familiar en fundación eligiendo como fecha el día en que murió su marido. Diego quiere, en este sentido, que las fechas de las donaciones coincidan con el 11 de noviembre, como el de la biblioteca que cedió mi padre. En esta casa, el 11 de noviembre es la que se elige como conmemoración y memoria.

  • Miguel era un amante de la naturaleza.
  • Era partidario de llevarse un bañador en todas sus excursiones por si acaso veía un lago o un río. Va todo muy unido: bañarse, la tienda de campaña, la bicicleta. Y el coche más por el motor que por la velocidad. Estas eran sus aficiones. En su casa estaba muy feliz porque estaba rodeado de olivos.

  • ¿Era amable con todo el mundo?
  • Fue una persona que no sólo se llevó bien con su hijo y amigos, sino con su suegra, María Goyri. Tiene mérito, no por María, sino por el hecho de llevarse también con la suegra de uno. Es muy frecuente que Don Ramón se quedara en casa estudiando y quienes salieran en coche fueran Miguel Catalán, Jimena, María y José Luis Bauluz. Se iban los cuatro y dejaban a Don Ramón con sus fichas y estudios. A Ramón le divertía mucho el yerno que tenía porque era muy hablador. Y nunca discutían porque Don Ramón era filólogo y él físico, así que no entraban en discusiones porque eran competencias diferentes. Realmente para esta casa la llegada de Miguel cambio mucho el ambiente. Un sabio, encerrado todo el día en su despacho, María, una pedagoga, y Jimena más reservada… Fue como la llegada de algo muy dinámico y jovial. Además, Miguel estaba siempre muy dispuesto a llevar a todo el mundo en su coche. Se prestaba con facilidad a llevar a su suegra de compras, a Don Ramón a la Academia… se notó el impulso en toda la casa y la impronta juvenil y moderna de Miguel. Les alegró mucho la vida, antes eran mucho más serios. Con Miguel la casa ya tiene la vertiente filológica de las letras y la científica porque a don Ramón le gustaba mucho escuchar. Sabía la extensión enorme del conocimiento y el hecho de aprovechar cualquier rato. Y le gustaba mucho escuchar lo que le decía Miguel Catalán sobre física porque le ponía al día.

  • Una actividad curiosa de Miguel es que se daba baños de sol.
  • Toda la familia era muy partidaria de esto. Tenemos la imagen de Don Ramón de un sabio de 90 años siempre en su despacho, pero también fue joven y dinámico. Me acuerdo cuando iba con José Castillejo cruzando el puerto de Navacerrada con la nieve hasta las rodillas, eso sí, siempre con chaqueta, chaleco y corbata. Jimena se enamoró de Miguel porque era una persona a quien le gustaba también la naturaleza. En su casa, una esquina del jardín la tapiaron para baños de sol. Se trata de tomar el sol y de meterse en una bañera cuando el sol ya haya calentado el agua al aire libre. Eran los denominados higienistas de la época. Fue un movimiento naturalista de la época. Trabajaba mucho en ello el doctor Luis Calandre, el médico de la familia, que también fue el médico de la residencia de estudiantes, y el vicepresidente de la Cruz Roja Española. Calandre escribió en 1915 ‘Fundamentos teóricos y prácticos del empleo del sol en medicina’ en la que daba sus opiniones y recetas sobre la conveniencia de tomar baños de sol en una época en la que los trajes cubrían todo el cuerpo. De hecho, las personas que se bañaban en San Sebastián iban en una caseta hasta la playa y de ahí al agua, y luego a la caseta a cambiarse. Era la época de los famosos nueve baños, no se podían tomar más de nueve, y con bañadores que llevaban hasta faldas. El doctor Calandre dijo que había que tomar el sol en todo el cuerpo, un razonamiento anterior a que se produjera el problema de la capa de ozono. Por eso, don Ramón construyó allí y en la casa de San Rafael un sitio donde tomar baños de sol. Miguel también los tomaba, era muy partidario. No sólo era un profesor joven y dinámico sino que siempre llegaba muy bronceado al colegio. Cuando yo le conocí ya llevaba pelo blanco, era un profesor relativamente mayor, pero con aspecto jovial al ir bronceado.


    Last Updated ( Friday, 15 December 2006 )
     
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