NA CARTA DE MIGUEL
UNA CARTA DE MIGUEL
UNA
CARTA DE MIGUEL
Una mañana de finales de marzo del año
1953, al llegar al Colegio, me llamaron urgentemente de dirección.
Mientras iba diligente a ese despacho, recomponía en mi cabeza
los posibles paquetes que podría recibir, sin realmente,
comprender la urgencia de la llamada. Al llegar a dirección,
ante mi asombro, fui recibido con risas y algarabía por las
profesoras que allí estaban. La preocupación aumentó,
pues eso si que era inaudito!!!. Pero, sin más preámbulos,
me entregaron un sobre procedente de Estados Unidos, a mí dirigido.
Realmente la cosa era extraña, no comprendía nada… Todavía estupefacto, me señalaron el
remite de Miguel Catalán, y me instaron a abrir con
diligencia el sobre a mi dirigido. Mientras balbuceaba que debía
haber un error, que la carta tenía que estar dirigida a mi
padre, que se llamaba igual que yo… pero ni caso!! tenia que
abrirla!! en cuanto la abrí me la arrebataron, y tardé tiempo
en comprender de verdad lo que ocurría, y enterarme de su
contenido.
Junto a la carta venían unos recortes de de
periódicos americanos, en los que aparecía mi foto,
junto con la reproducción de una especie de
caricatura-autorretrato que tres años antes había hecho
en una clase de dibujo, con el subtítulo de “The contentet man”.
Acabé enterándome, depues de que alguien
tradujese los textos de los periódicos americanos, que el
Colegio había enviado una serie de dibujos a un concurso de
una entidad americana, que estos dibujos, junto a los de otros niños
europeos, habían constituido una exposición itinerante
por toda Europa, y que al final, dos años después, se
habían expuesto en la universidad de Nueva York, siendo el
mío, al parecer uno de los más originales, al menos así lo
creían los críticos de arte de esos periódicos. Fui comprendiendo poco a poco lo sucedido, llenándome
de orgullo que nuestro profesor Miguel Catalán me hubiese
identificado desde su laboratorio de Princeton, que me hubiese
escrito, y que me tratase de ¡buen amigo!, todo eso: ¡A
mi!, pero también, en el fondo me alagaba que para
los americanos fuese un MAN, o sea un hombre, y además, según
ellos, contento. Volví a acordarme de que aquel día,
por las prisas, el dibujo lo había entregado sin poder
acabarlo y que, desgraciadamente, dibujaba muy mal, por mucho que los
americanos se hubieran fijado en mi autorretrato, tirando a
caricatura…La que sí pintaba bien era mi madre, ella sí que sabía
dibujar! Todavía en aquel extraño batiburrillo, una
profesora me recomendó que no lo guardase, que antes de
llevarlo a casa lo dejase en el tablón de anuncios para que lo
vieran otros alumnos, lo cual me ayudó a hacer, ya que le pedí
que lo pusiera lo más arriba posible del tablón, para que no
me lo rompiesen o extraviasen, y ya terminada la fiesta tuve que
volver a clase. En cada cambio de clase salía a ver si la carta
y las reseñas de los periódicos seguían allí,
que aquello había ocurrido de verdad, y que nadie lo cogiese,
ya que se lo tenía que llevar a mis padres y hermana como me
decía Miguel. Al legar a casa, ya más sosegado, se lo enseñe a
mi familia, y mi padre comento que Miguel se había equivocado
de fecha, ya que estábamos en 1953…
Madrid octubre de 2006
Gabriel
Barceló Rico-Avello
Sobre desde EEUU
Carta manuscrita por MIguel A. Catalán
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